domingo, 16 de diciembre de 2018

LA DEMOCRACIA EN VENEZUELA SE HACE DE “A POQUITO”

Por: Jesús Parra
Profesor universitario

Nuevamente se coloca en el “tapete” de la realidad nacional venezolana, una muestra minuta del concepto de democracia que a lo largo de los años se ha venido construyendo de la mano de quienes decidieron en un momento de inspiración heroica (gesta revolucionaria), rehacer en la praxis esos términos definitorios de país en función de una dinámica cambiante y diversa como lo representa lo social.
Me refiero a los conceptos de soberanía, pueblo, libertad y patria que el proceso revolucionario venezolano ha venido comandando, y los cuales han sido vetados, invisiblizados, tergiversados, de forma histórica, y según previo consenso hegemónico por fuerzas y/o potencias “agrupadas” bajo el autocalificativo de “naciones desarrolladas”.
Razón por lo que no aceptan ni soportan (oposición venezolana) en lo próximo y lejano el revés sufrido en cada contienda electoral, ya que el ejercicio democrático del sufragio, con máxima o poca participación, según fuera el caso, es sinónimo de legitimación de fuerzas, posturas, ideologías y demás; que prueban con firmeza la siembra que se ha venido haciendo con trabajo de “hormiga”, pero con ansias gigantescas del nuevo modelo revolucionario venezolano.
En este particular y en lo relativo al evento acontecido recientemente (elecciones de concejales), hay que hacer diferentes lecturas. La más próxima y la que generalmente tiende a destacar la oposición, es la del porcentaje de participación electoral, que según superficiales apreciaciones (las de ellos) con fuerte apoyo de los medios de comunicación, pretenden argumentar tanto la ilegitimidad y no transparencia del CNE como órgano rector, su proceso electoral como tal, así como los resultados finalmente obtenidos, y con ello fijar en la opinión pública nacional e internacional, que existe (según su escaso imaginario) “pérdida del hilo democrático" en Venezuela.
Es cierto que los “numeritos no fallan y dicen mucho” pero también hay que entender como otra lectura que cabe, que la democracia no es una representación simbólica estática, con un significado único atribuido por la máxima autoridad imperial, sino que se mueve al paso de los propios sujetos-participantes dentro de su propia condición humana, de conciencia y memoria histórica.
Un asunto que por su complejidad y su talante humano se va formando de “a poquito” y si a ver vamos, y es justa la razón en el tema electoral, toda participación por minúscula que sea, pero no minusválida, que es otra cosa, permite asentar como también entender el sentido de ciudadanía y el ejercicio democrático en ascendencia, su importancia y aplicación, desde perspectivas diversas y diferenciadas pero con fines comunes y colectivos, y como ejemplo de ello y a propósito de lo ascendente, se tiene que estas elecciones nunca han tenido un peso mayor según la demanda electoral en eventos anteriores, como ahora.
Por otra parte y siguiendo la ilación de hechos existen muchas contradicciones a lo interno de las fuerzas opositoras, situación consabida que los acredita vergonzosamente como tal, cuando apreciamos declaraciones como las ofrecidas por Gustavo Duque, Alcalde de Chacao, celebrando la victoria alcanzada por ellos en esa jurisdicción e invitando a la oposición para que se “reagrupe”, se organice y dejen las peleas “canibalescas” a lo interno.
Y como dato importantísimo que merodea ese mismo ambiente, la diputada de la Asamblea Nacional por UNT Delsa Solórzano, decide abandonar su militancia en ese partido porque no existe democracia interna ni debate político sino imposición de decisiones. Reza el documento que dirigiera a la directiva del partido.
En lo sucesivo, entonces, estamos frente a una oposición que enarbola el lema de la “unidad”, pero cada vez es más evidente su fragmentación. Dice no creer en el diálogo del gobierno nacional porque a lo interno de sus fuerzas no existe. Hacen llamados internacionales para restablecer una democracia que no se ha perdido, pero ellos no la ejercen. Sectores moderados afirman que la forma de vencer la crisis es a través del voto, pero los radicales llaman a la abstención. Vociferan la necesidad de agruparse en alarde de hacer propaganda, quizás, a la Unión Europea y a su “Grupo de contacto internacional", en vez de hablar de pueblo como colectivo, donde se ejerza la pacificación y el entendimiento político. En resumidas cuentas, ya entiendo por qué siguen siendo oposición, y para ello sobran las lecturas.


sábado, 27 de octubre de 2018

Para la oposición: DIÁLOGO SIN “PACTO” NO ES DIÁLOGO


Por: Jesús Parra
Profesor universitario


"Lo único que han entendido y aprendido muy de 'pinga' es que el poder no se negocia con nadie sino consigo mismo, y que tanto en el mundo de la ficción como en el mundo real, siempre debe haber un héroe, y ese debe ser uno de ellos".
Pareciera ser un decálogo, ecuación o norma recta a seguir, la siempre empleada por la oposición venezolana, cada vez que sus aspiraciones de poder descienden un peldaño en ese gran camino, que ellos han calificado como “Democratización de la Sociedad”.
Esto solamente puede ser concebido, planificado y ejecutado por aquellos (oposición), que plegados a ese concepto de República donde se repudia todas las formas de mandos dictatoriales, aristocráticos y oligarcas, contradicen su posición al no consentir cumplirlo ya que no están dispuestos a ceder espacio alguno, para dar paso a procesos de independencia, de libertad plena, y de construcción soberana y patriótica de una nación como Venezuela.
¿Cómo pueden llamarse, entonces, aquellas prácticas ejercidas por años entre gobiernos de civiles con intersticios militares, cuando, por ejemplo, de la mano de López Contreras quien creó el Congreso y el Senado, como forma única para elegir al presidente, viene y establece más tarde una “Dupla” con Medina Angarita, cuyo capítulo de novela termina proyectándose con la disputa de ambos por la presidencia de la República? ¡Cualquier parecido con la realidad opositora no es pura casualidad!
¿No será acaso que siempre ha estado como principio base dentro de las filas de la oposición y dentro de sus políticas nucleares el hecho de las alianzas y/o pactos, derivadas y suscritas a su agenda particular como los acuerdos discutidos en los años 50, entre los miembros del triunvirato de la Junta Militar: Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Llovera Páez, con intención de disolver la Junta Militar y entregarle la Presidencia a un candidato de entendimiento entre los partidos políticos y las Fuerzas Armadas que sería el propio Delgado Chalbaud? (Las negrillas son mías)
En esta misma naturaleza, dónde se puede dejar el llamado bipartidismo (AD y COPEI), que según fuera catalogado por obra y gracia de los gendarmes opositores como forma de “Democracia de Partidos”, con alternancia del poder, con cumplimiento y el deber, acatando los años de ejercicio presidencial estipulados en la “moribunda” Constitución de 1961, pero bajo el concepto y la visión sesgada única de dos tipos de mandos que jugaron al ejercicio político con la prebenda del consentimiento democrático pactado entre ellos.
No solo esta práctica nociva se ha podido percibir en las altas esferas políticas sino también en medianas y pequeñas, pero no por ello menos importantes como por ejemplo, la ejercida en los Colegios de Abogados que representaron los primeros escenarios en esa escala donde las fracciones partidistas de AD o Copei, decidieron el día y las respectivas cuotas de pagos que los (as) compañeros (as) agremiados debían cancelar para poder optar a las elecciones de la Junta Directiva de tal recinto. Esto es solo por mencionar una minúscula muestra de cómo dichas prácticas se fueron esparciendo por los distintos ámbitos y contextos venezolanos.
En tiempos actuales, la oposición mantiene su ecuación inalterable, a pesar de los años transcurridos y de los fracasos obtenidos como si se tratase de amores que se llevan en el pecho como si fuera un Madrigal, cuando en realidad lo que llevan es una herida mortal y representa un gran peso histórico, moral y político para la humanidad en general, y para Venezuela en particular. Lo único que han entendido y aprendido muy de “pinga” es que el poder no se negocia con nadie sino consigo mismo, y que tanto en el mundo de la ficción como en el mundo real, siempre debe haber un héroe, y ese debe ser uno de ellos.
Mientras tanto, los que todavía se cobijan en la MUD como aquellos que decidieron ser opositores radicales independientes con voz y canto propio, van a seguir presionando a través de instancias internacionales para que el gobierno de Nicolás Maduro entre obligado a un proceso de negociación (su fórmula eterna e histórica) para una transición democrática, donde el país, según su percepción, pueda volver a someterse a un sistema democrático confiable y expresar su opinión. Es decir, la oposición venezolana sigue negando los espacios democráticos, participativos y protagónicos construidos, la transparencia y libre ejercicio del sufragio, la socialización de las políticas de Estado, entre otros, y prefieren continuar su lastre histórico de negociaciones pactadas, de diálogos condicionados, sin terminar de entender que los venezolanos somos los únicos capaces de decidir nuestro propio destino.

miércoles, 3 de octubre de 2018

LAS PULGAS: HEMICICLO DEL DELITO


Por: Jesús Parra
Profesor universitario

El mercado Las Pulgas, cultural e históricamente conocido como mercado “Los Buchones”, era un espacio adonde arribaban embarcaciones que provenían de distintas localidades, y como dice la gaita: “Las Piraguas ya llegaron desde el Distrito Colón, trayendo hasta el malecón mercancías que encargaron”, llegó a representar el principal mercado del casco central de Maracaibo.
No solo significó un lugar donde se podía comprar, sino que también llegó a simbolizar un sitio de encuentro, concurrido por gentes de diversos estratos sociales y turistas que en una sana convivencia aportaban al espacio vestigios socioculturales, que sumados a los cantos pregoneros y al bullicio citadino completaban su fisonomía. Llegó a representar una muestra de concepción de progreso bajo la orientación del modernismo y la visión de mercado que recién se había empezado a entretejer.
Con el pasar de los años la actividad comercial fue ampliando su radio de acción, extendiéndose a los espacios circunvecinos, convirtiéndose así en referencia de identidad zuliana, símbolo popular y de esparcimiento turístico. Un mercado delimitado en función de los productos ofertados, en el cual podía respirase un aire social muy cercano, nuestro, cotidiano, y donde se daban respuestas según fuera el caso a las apetencias personales.
Ahora bien, con la irrupción del petróleo y sus implicaciones fueron poco a poco emergiendo venezolanos (específicamente maracaiberos) más irreverentes, maleducados, más despreocupados por el aseo en las calles, más mundanos, consumistas, menos apegados a las costumbres, menos localistas; que junto con al crecimiento desproporcionado de la ciudad, fue dando pie a una especie de metamorfosis, pero mucho más extravagante (según impresión simplista) que la planteada por Kafka en su obra.
Es así como el mercado Las Pulgas se convirtió en una masa amorfa, sin ningún tipo de delimitaciones, confusa, difusa, donde no se puede apreciar, ni mucho menos comprobar quién es quién, y a qué se dedica en términos reales. Lo que la hace parecer una extraña figura monstruosa que con sus tentáculos abrazan, abarcan y se apropian de lo que siempre fue popular, cotidiano, sano, y público; incumpliendo además con las ordenanzas municipales en lo que a libre tránsito vehicular y peatonal se refiere.
Pero esto es solo una parte del problema en cuestión. Lo otro, lo verdaderamente grave del asunto son las prácticas de comercio ilícito que se vino operando en este recinto, enmascarado bajo la figura de mercado popular.
Prácticas incursas en delitos amparados en argumentos ilegales y suscritas a discursos que avalan y posicionan la especulación, como también auspiciadas por leyes, normas, reglas que emanan del propio seno delictivo, cual si fuera un parlamento, conformado por “buchones” (con perdón y respeto al ave), que bajo figura semejante, se presentan diestros y doctos en mercados, comercios y economía, con propiedad suprema (las que le otorgan las mafias), para fijar posiciones sobre los precios de alimentos que debían prevalecer, y como si fuera poco, con plena potestad y celeridad para asumir cuál era la moneda que debía circular públicamente, y la que era permitida con aprobación mayoritaria de los dueños del mercado (me refiero a los buchones), para hacer las transacciones comerciales respectivas; lo que la convertía a su vez, en punto de mal referencia en los diversos contextos de carácter público y privado.
Entiéndase bien, los “Buchones” o dueños del mercado, que a lo sumo, significa lo mismo, pretendían llenarse el buche con las ganancias desproporcionadas, sin orden, sin ley, sin Santa María, derivadas del contrabando, la usura, las inversiones bursátiles de una bolsa de valores que sólo responde a los intereses de quienes desean seguir el juego a la guerra económica, con operaciones fraudulentas de Casas de Cambios ambulantes (me refiero a los que venden moneda extranjera), que situados en espacios estratégicos del mercado, completaban la más grande obra del delito.
 
Por lo que a estos actores encubiertos les será muy difícil aceptar las acciones que viene ejerciendo el gobierno regional y municipal, catalogadas por medios opinativos, como hechos que vulneran los derechos humanos, y que, según estiman crearán mayor pobreza y desidia; lo cual es totalmente falso y contradictorio.
Es necesario poner orden, con acciones amparadas en la ley, erradicando ese libre ejercicio del delito; ya que ha llegado la hora del emerger de un pueblo, que no está dispuesto a permitir que le roben su economía, su estabilidad social, su política, sus calles, aceras, su patrimonio cultural, y su mercado.













domingo, 2 de septiembre de 2018

A TOMAR LA CALLE SE HA DICHO…

Por: Jesús Parra
Profesor universitario
Como forma heroica el pueblo empieza a tomar la calle, pero no como sinónimo de representación simbólica, sino como ejercicio social ciudadano, como sujeto que ve menoscabados y vulnerados sus derechos, y sale lleno con tal euforia, que la templanza de su propia condición humana les puede permitir.
Es que no nos está dado que continuemos detrás de las alverjas de nuestras casas, esperando que una mínima representación política, económica, social o de otra índole, pueda responder a nuestras más preciadas demandas. Somos nosotros, pueblo organizado, quien haciendo alarde y uso de nuestras atribuciones, responsabilidades y derechos, nos debemos disponer a derrumbar esas limitaciones y fronteras que nosotros mismos de momento hemos creado, y aquellas que han sido impuestas por siempre, y salir con pensamiento firme, con convicción y seguridad a defender lo que nos pertenece.
Ese es el principal llamado que ha hecho el gobierno nacional, y al cual nos debemos suscribir, como miembros de organizaciones comunitarias, sociales, y como pueblo en general, en línea con las políticas económicas emanadas, aprobadas y decretadas en el propio seno de la Asamblea Nacional Constituyente. No sólo se trata de ir en defensa del primer anuncio de precios acordados de 25 artículos y de su extensión de medidas hacia otros rubros; sino ir invistiendo nuestro pensar y nuestro accionar en pro de una disciplina revolucionaria y democrática, que nos garantice desprendernos de las embestidas imperialistas, y poder seguir así librando la batalla en el campo que nos corresponda.
En esta oportunidad le tocó a lo económico, que siempre ha sido un tema de gran interés, y bien acorazado, pero que por los vientos que soplan, y muy particularmente, los que comienzan a sentirse en el diario transitar del ciudadano (a) común, se comienza a despejar la maleza del manglar, donde, por acción profana de los emisarios del capitalismo, ha estado sitiada, aparentando ser intocable, muy lejos de quien verdaderamente la materializa y la sustenta. Ahora, luce un aroma sutil, porque empieza a recobrar esa sustancia viva, que sólo se la puede dar quien “administra la casa”, es decir, su gente.
Es así como se perfila esta “Gran Embestida Económica” que, a lo sumo, puede agregársele también el apellido de social, porque es eso precisamente de lo que se trata, un pueblo unido volcado hacia su respectiva transformación social.
De igual forma, el soberano, porque así ha de ser su condición, no puede permitirse ni darse el lujo de no vivir la experiencia de sentirse nuevamente dueño de las calles, de dar la acogida y bienvenida a las estrategias que emanan de su propia invención y de interpretaciones diversas sobre el tema económico, que se cruzan y circulan a velocidad vertiginosa, a través de una mensajería natural vecinal, que tiene su punto de ebullición en los periódicos encuentros comunitarios.
Porque es desde allí, desde la convocatoria comunitaria, desde el intercambio, el pareo, el debate, la réplica, sostenida por cada miembro de organizaciones, donde ha de librarse el primer combate. Tenemos que salir y estar convencidos que ha llegado la hora de nosotros.
No podemos, ni queremos seguir siendo apéndices de los mercaderes, y su imposición de precios, como mejor les venga en gana, y por ello, nos toca seguir avanzando de manera organizada, y acompañar los procesos de inspección y fiscalización de precios en comercios y locales, y hacer sentir nuestra presencia con nuestro grito de guerra en contra de la especulación, y desde el epicentro de las comunidades; ya que el mejor ejemplo y la primera acción comienza desde casa.


sábado, 25 de agosto de 2018

QUE BUEN “PAQUETAZO”, NICOLÁS

Por: Jesús Parra
Profesor universitario
No tuviste mejor fórmula, Nicolás, que darle con la misma medicina a quienes desde siempre han venido oponiéndose a las políticas dirigidas en pro de la construcción de un país distinto, próspero, con garantía de mejores condiciones, orientadas a posicionarse y materializarse en un mejor vivir viviendo.
Esos (me refiero a los opositores), que siempre han estado, desde un liderazgo oportunista y vacuo de propuestas, promoviendo discrepancias, que sólo pueden producir y proferir divisiones y estados clasistas; donde ellos y ellas sean los únicos privilegiados. Esos, que han venido inoculando por doquier el pensamiento hegemónico e imperialista no pueden hoy día, soportar ni mucho menos aceptar, que puedan darse, a pesar de sus prácticas destructivas, medidas capaces de contrarrestar su amenaza permanente, y poder voltear la “tortilla”, en el panorama actual venezolano y, especialmente, en lo atinente a la materia económica.
Porque, aunque ustedes no lo deseen (me refiero a esos), parece ventilarse, de buena forma, que nuestro destino empieza a dominar la propela en razón de la conducción del país. De eso, estoy casi que seguro. Por todo aquello que puede visualizarse, desde el mismo momento de la implementación de la reconversión monetaria, cuando los ciudadanos comunes, que representan el grueso del pueblo soberano, sólo atinaba a preguntarse, para empezar a esclarecer el dilema, cómo iba a ser el asunto del nuevo cono monetario, su repercusión en la economía y los precios de mercado.
Esta inicial respuesta y el accionar del pueblo, confirma que su mayor deseo es vivir en paz y darle continuidad a los procesos naturales que se propician desde el propio tejido social, lo que a su vez, se convierte en prueba de reconocimiento y testimonio a la vez, de que ha llegado la hora de retomar la confianza y de empezar a entender que nuestro bienestar social parte de nuestro compromiso y credibilidad en los asuntos del Estado revolucionario, como una ecuación permanente de vida.
Les digo que no lo lograron (me refiero a ellos de nuevo) encender las calles con violencia, sumar a la desobediencia civil, propiciar saqueos, incertidumbre y terror en la sociedad en general, entre otros eventos; muy por el contrario, éstas (las calles) se encontraban nutridas de transeúntes que buscaban realizar sus primeras compras a través de las transacciones bancarias suscritas a la nueva figura monetaria.
De nuevo, les digo que fallaron en su intento de reproducir su esquema desestabilizador y de afrenta política equívoca; ya que este “paquetazo”, como ustedes lo han definido, es producto de incesantes días de estudio y planificación estratégica política y económica, como respuesta y tributo a las demandas de la sociedad venezolana.
No es un “paquetazo” como el que ustedes quisieron ejecutar en 1989, cuando el otrora presidente de la República, Carlos Andrés Pérez. Unas medidas, aquellas, ajustadas a lo económico sin desarrollo social, sin participación ciudadana, provocando desigualdad social, violencia, con liberación de precios de la cesta básica, aumento del transporte público en un 30%, aumento de la gasolina en un 100%, además de incrementar los Servicios Públicos (teléfono, agua potable, electricidad y gas doméstico)
Todo esto evidencia como presencia de síntomas, que el gobierno nacional, en conjunto con los gobiernos regionales, locales y el poder popular comunitario organizado, está empezando a tejer relaciones mancomunadas en procura de devolverle al pueblo venezolano, lo que siempre ha de ser suyo, su cualidad de ser soberano.
Por todo esto, y a pesar de que el “parto” de estas medidas representa la Gran Revolución Económica que apenas acontece, hay que seguir acompañando los procesos, activando, motorizando, ajustando como un solo cuerpo, la defensa y cabal ejecución de lo planteado, para que en un presente próximo podamos dar cuenta, a lo interno y a lo externo, de los grandes adelantos alcanzados.