Por:
Jesús Parra
Profesor
universitario
Correo:
jesusoparra@hotmail.com
No
tuviste mejor fórmula, Nicolás, que darle con la misma medicina a
quienes desde siempre han venido oponiéndose a las políticas
dirigidas en pro de la construcción de un país distinto, próspero,
con garantía de mejores condiciones, orientadas a posicionarse y
materializarse en un mejor vivir viviendo.
Esos
(me refiero a los opositores), que siempre han estado, desde un
liderazgo oportunista y vacuo de propuestas, promoviendo
discrepancias, que sólo pueden producir y proferir divisiones y
estados clasistas; donde ellos y ellas sean los únicos
privilegiados. Esos, que han venido inoculando por doquier el
pensamiento hegemónico e imperialista no pueden hoy día, soportar
ni mucho menos aceptar, que puedan darse, a pesar de sus prácticas
destructivas, medidas capaces de contrarrestar su amenaza permanente,
y poder voltear la “tortilla”, en el panorama actual venezolano
y, especialmente, en lo atinente a la materia económica.
Porque,
aunque ustedes no lo deseen (me refiero a esos), parece ventilarse,
de buena forma, que nuestro destino empieza a dominar la propela en
razón de la conducción del país. De eso, estoy casi que seguro.
Por todo aquello que puede visualizarse, desde el mismo momento de la
implementación de la reconversión monetaria, cuando los ciudadanos comunes, que representan el grueso del pueblo
soberano, sólo atinaba a preguntarse, para empezar a esclarecer el
dilema, cómo iba a ser el asunto del nuevo cono monetario, su
repercusión en la economía y los precios de mercado.
Esta
inicial respuesta y el accionar del pueblo, confirma que su mayor
deseo es vivir en paz y darle continuidad a los procesos naturales
que se propician desde el propio tejido social, lo que a su vez, se
convierte en prueba de reconocimiento y testimonio a la vez, de que
ha llegado la hora de retomar la confianza y de empezar a entender
que nuestro bienestar social parte de nuestro compromiso y
credibilidad en los asuntos del Estado revolucionario, como una
ecuación permanente de vida.
Les
digo que no lo lograron (me refiero a ellos de nuevo) encender las
calles con violencia, sumar a la desobediencia civil, propiciar
saqueos, incertidumbre y terror en la sociedad en general, entre
otros eventos; muy por el contrario, éstas (las calles) se encontraban
nutridas de transeúntes que buscaban realizar sus primeras compras a
través de las transacciones bancarias suscritas a la nueva figura
monetaria.
De
nuevo, les digo que fallaron en su intento de reproducir su esquema
desestabilizador y de afrenta política equívoca; ya que este
“paquetazo”, como ustedes lo han definido, es producto de
incesantes días de estudio y planificación estratégica
política y económica, como respuesta y tributo a las demandas de la sociedad
venezolana.
No
es un “paquetazo” como el que ustedes quisieron ejecutar en 1989, cuando
el otrora presidente de la República, Carlos Andrés Pérez. Unas
medidas, aquellas, ajustadas a lo económico sin desarrollo social, sin
participación ciudadana, provocando desigualdad social, violencia,
con liberación de precios de la cesta básica, aumento del
transporte público en un 30%, aumento de la gasolina en un 100%,
además de incrementar los Servicios Públicos (teléfono, agua
potable, electricidad y gas doméstico)
Todo
esto evidencia como presencia de síntomas, que el gobierno nacional,
en conjunto con los gobiernos regionales, locales y el poder popular
comunitario organizado, está empezando a tejer relaciones
mancomunadas en procura de devolverle al pueblo venezolano, lo que
siempre ha de ser suyo, su cualidad de ser soberano.
Por
todo esto, y a pesar de que el “parto” de estas medidas
representa la Gran Revolución Económica que apenas acontece, hay
que seguir acompañando los procesos, activando, motorizando,
ajustando como un solo cuerpo, la defensa y cabal ejecución de lo
planteado, para que en un presente próximo podamos dar cuenta, a lo
interno y a lo externo, de los grandes adelantos alcanzados.