Por:
Jesús Parra
Profesor
universitario
Correo:
jesusoparra@hotmail.com
Nuevamente
se coloca en el “tapete” de la realidad nacional venezolana, una
muestra minuta del concepto de democracia que a lo largo de los años
se ha venido construyendo de la mano de quienes decidieron en un
momento de inspiración heroica (gesta revolucionaria), rehacer en la
praxis esos términos definitorios de país en función de una
dinámica cambiante y diversa como lo representa lo social.
Me
refiero a los conceptos de soberanía, pueblo, libertad y patria que
el proceso revolucionario venezolano ha venido comandando, y los
cuales han sido vetados, invisiblizados, tergiversados, de forma
histórica, y según previo consenso hegemónico por fuerzas y/o
potencias “agrupadas” bajo el autocalificativo de “naciones
desarrolladas”.
Razón
por lo que no aceptan ni soportan (oposición venezolana) en lo
próximo y lejano el revés sufrido en cada contienda electoral, ya
que el ejercicio democrático del sufragio, con máxima o poca
participación, según fuera el caso, es sinónimo de legitimación
de fuerzas, posturas, ideologías y demás; que prueban con firmeza
la siembra que se ha venido haciendo con trabajo de “hormiga”,
pero con ansias gigantescas del nuevo modelo revolucionario
venezolano.
En
este particular y en lo relativo al evento acontecido recientemente
(elecciones de concejales), hay que hacer diferentes lecturas. La más
próxima y la que generalmente tiende a destacar la oposición, es la
del porcentaje de participación electoral, que según superficiales
apreciaciones (las de ellos) con fuerte apoyo de los medios de comunicación, pretenden argumentar tanto la ilegitimidad y no
transparencia del CNE como órgano rector, su proceso electoral como
tal, así como los resultados finalmente obtenidos, y con ello fijar
en la opinión pública nacional e internacional, que existe (según
su escaso imaginario) “pérdida del hilo democrático" en Venezuela.
Es
cierto que los “numeritos no fallan y dicen mucho” pero también
hay que entender como otra lectura que cabe, que la democracia no es
una representación simbólica estática, con un significado único
atribuido por la máxima autoridad imperial, sino que se mueve al
paso de los propios sujetos-participantes dentro de su propia
condición humana, de conciencia y memoria histórica.
Un
asunto que por su complejidad y su talante humano se va formando de
“a poquito” y si a ver vamos, y es justa la razón en el tema
electoral, toda participación por minúscula que sea, pero no
minusválida, que es otra cosa, permite asentar como también
entender el sentido de ciudadanía y el ejercicio democrático en
ascendencia, su importancia y aplicación, desde perspectivas
diversas y diferenciadas pero con fines comunes y colectivos, y como
ejemplo de ello y a propósito de lo ascendente, se tiene que estas
elecciones nunca han tenido un peso mayor según la demanda
electoral en eventos anteriores, como ahora.
Por
otra parte y siguiendo la ilación de hechos existen muchas
contradicciones a lo interno de las fuerzas opositoras, situación
consabida que los acredita vergonzosamente como tal, cuando
apreciamos declaraciones como las ofrecidas por Gustavo Duque,
Alcalde de Chacao, celebrando la victoria alcanzada por ellos en esa
jurisdicción e invitando a la oposición para que se “reagrupe”,
se organice y dejen las peleas “canibalescas” a lo interno.
Y
como dato importantísimo que merodea ese mismo ambiente, la diputada
de la Asamblea Nacional por UNT Delsa Solórzano, decide abandonar
su militancia en ese partido porque no existe democracia interna ni
debate político sino imposición de decisiones. Reza el documento
que dirigiera a la directiva del partido.
En
lo sucesivo, entonces, estamos frente a una oposición que enarbola
el lema de la “unidad”, pero cada vez es más evidente su
fragmentación. Dice no creer en el diálogo del gobierno nacional
porque a lo interno de sus fuerzas no existe. Hacen llamados
internacionales para restablecer una democracia que no se ha perdido,
pero ellos no la ejercen. Sectores moderados afirman que la forma de vencer la
crisis es a través del voto, pero los radicales llaman a la
abstención. Vociferan la necesidad de agruparse en alarde de hacer
propaganda, quizás, a la Unión Europea y a su “Grupo de contacto
internacional", en vez de hablar de pueblo como colectivo, donde se
ejerza la pacificación y el entendimiento político. En resumidas
cuentas, ya entiendo por qué siguen siendo oposición, y para ello
sobran las lecturas.